Lactancia materna, la mejor opción
Mucho hemos escuchado acerca de lo importante que es tanto para la madre como para el bebé el periodo de lactancia, y es que no solo se establece un vínculo mucho más fuerte entre ambos, sino que se pueden evitar otros riesgos al llevarla a cabo.
El día de hoy en el Blog de Grupo Eudermic te invitamos a conocer un poco más sobre este importante para la madre y el bebé.
Dra. Úrsula López Fuentes, médico de familia, Consultora Certificada Internacional en Lactancia Materna (IBCLC) y coordinadora del grupo de trabajo del Niño y Adolescente de SEMERGEN, explica la importancia que tiene la lactancia materna para la salud del bebé y de la madre.
¿Qué recomienda para establecer una lactancia exitosa?
La lactancia materna tiene un componente innato tanto en la madre como en el recién nacido, pero también tiene una parte cultural que, hoy por hoy, se ha perdido en gran medida. Muchos padres se enfrentan a la paternidad sin tener una idea real de lo que esta significa. Es fundamental recibir una información clara, objetiva, veraz, de lo que implica la crianza de un hijo, sin crear falsas expectativas, que muchas veces les llevan a decepciones y a sentimientos de culpa.
Los padres deben entender la necesidad del bebé de un contacto estrecho y prolongado con su madre durante los primeros meses, para alcanzar de esta forma su desarrollo óptimo; saber reconocer los signos de hambre de su hijo y anticiparse a su llanto; esperar que realicen succiones frecuentes, a menudo más de 12 veces al día. Y distinguir lo que puede corresponder a situaciones patológicas (dolor, pérdida de peso excesiva…) para consultar si aparecen.
¿Cuáles son los beneficios de la lactancia materna?
Realmente la lactancia materna no tiene beneficios. Es la forma normal de alimentarnos, como mamíferos que somos y para ello estamos diseñados.
Es la lactancia artificial (leche de vaca modificada para alimentar bebés humanos), la que puede representar riesgos para la salud y la economía a distintos niveles, y así se evidencia a través de múltiples estudios. En este tipo de lactancia aumenta la posibilidad de infecciones (otitis, neumonías, diarreas, sepsis…), alergias, asma, dermatitis atópica, enfermedades autoinmunes (enfermedad inflamatoria intestinal, enfermedad celiaca, diabetes tipo I), determinadas leucemias. Puede afectar a su desarrollo neurológico y a sus estructuras orales, su capacidad respiratoria, y en prematuros, puede suponer la diferencia entre la vida y la muerte. Incluso en la edad adulta el riesgo persiste y con más frecuencia aparece obesidad, hipertensión, diabetes tipo II…
La madre que no amamanta también se expone a más riesgo de anemia, depresión postparto, fracturas por osteoporosis, cáncer de mama, útero, enfermedades cardiovasculares…
La sociedad también sufre de mayor contaminación, más gasto energético, más ausencias laborales por enfermedad, más gasto sanitario… Mamar es gratis y no contamina. Por eso, la baja tasa de lactancia materna es un problema de salud pública y todos somos responsables.
¿Hasta cuándo se recomienda la lactancia materna?
Hasta que la madre y su hijo quieran. Las recomendaciones actuales a nivel general son mantener la lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses y complementada con otros alimentos al menos hasta los dos años. Por eso no debería extrañarnos ver a un niño de tres años mamando, hecho no tan infrecuente entre nuestros mayores.
Como médicos deberíamos respetar esta opción de crianza, y no aconsejar el abandono de la lactancia si no fuera por una contraindicación clara, circunstancia muy infrecuente. Consultar fuentes fiables y actualizadas de compatibilidad entre fármacos y lactancia, también nos ayuda en nuestras recomendaciones.
¿Es posible mantener la lactancia una vez la madre se incorpora al trabajo?
Este es un tema que preocupa a menudo a las madres. Es importante que se informen antes de abandonar la lactancia, porque lo habitual es que existan soluciones adaptadas a cada caso, en función de la edad de niño, del horario laboral y de quién le vaya a atender en su ausencia.
Siempre será posible mantener alguna toma, ya que en contra de lo que pueda pensarse, la leche no se acaba mientras persista el estímulo.
¿Cómo sabe la mamá que lo está haciendo bien?
Aún hay personas que siguen recomendando normas poco apropiadas (tomas cada 3 horas, 5-10 minutos en cada pecho…), sin base científica y desencadenantes de muchos de los fracasos de la lactancia materna.
Es el bebé el que sabe cada cuanto mamar, cuánto tiempo y si es de uno o de los dos pechos, y debemos respetarlo, excepto en casos de bebés adormilados, que en general demandan poco, sobre los que habrá que estar especialmente pendientes y estimularlos a que mamen (manteniendo el contacto prolongado piel con piel…). Las tomas nocturnas son muy importantes para mantener la lactancia, y se extenderán en muchos casos hasta pasado el primer año.
¿Qué hacer cuando no se puede?
Muchas veces la lactancia no es el camino idílico que la madre ha pensado, pero afortunadamente para la supervivencia de la especie son pocos los casos en los que existe un problema importante que la impida.
Entre los más frecuentes se encuentran las grietas, el dolor, la ganancia escasa de peso… a menudo con un origen común: horarios rígidos, posturas incorrectas, interferencia con chupetes o tetinas. Si aparecen, se debe buscar atención especializada cuanto antes (consultores de lactancia y sanitarios con formación específica). Los grupos de apoyo madre a madre ejercen una labor inestimable de escucha, información y acompañamiento.
Si por motivos médicos fuera necesario administrar algún suplemento alimentario, siempre hay que plantearse la forma más adecuada, para que la nutrición del lactante interfiera en la menor medida con el agarre al pecho.
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